FRENTE AL ESPEJO
Sestao (Bizkaia), 1960.
No hay mucho que contar. Empecé a caminar en esto de la fotografía en la primavera de 1987, de la mano del Grupo Fotográfico Bihotz Gaztea, de Santurtzi. Recuerdo mis primeros pasos, entre películas, químicos y papeles, y los recuerdo con una mezcla de nostalgia, dolor y satisfacción. Nostalgia de la ilusión de aquellos tiempos. Dolor por la frustración de querer y no lograr plasmar en papel las imágenes que yo veía. Y satisfacción porque la fotografía química corrió a engordar los libros de historia. Si no fuera por la llegada de la fotografía digital, ayudada de una pequeña zancadilla del destino, hace años que ya habría pasado página y estaría en otra cosa.
¡Se hizo la luz! El cuarto oscuro dio paso al ordenador. Otra vez a la escuela. El camino ha sido duro y laborioso pero, se abrió la caja de los secretos. Por fin los torpes sabemos qué sucede dentro del tanque cuando revelamos un raw, hacer un filtraje de color a plena luz, qué es eso de la gestión del color, curvas y capas de ajuste, objetos inteligentes, separación de frecuencias, máscaras de luminosidad, etc.
Mentiría si dijera que soy autodidacta; nadie lo es al completo. Claro que he buscado y experimentado por mi cuenta, pero han sido decenas las personas de las que he aprendido casi todo lo que hoy sé. Los conceptos asimilados en aquellos años, que no fueron tan perdidos. Charlas y talleres con algunos de los fotógrafos más representativos del panorama nacional. Y toda la gente, conocida y anónima, con la que comparto y de la que aprendo cada día.
Gracias especiales a Ricardo Cerrato, por estar siempre ahí, como ángel de la guarda informático, y a mi gran amigo y excelente fotógrafo Deo Villasante, que me ha ayudado y animado a hacer está página y airear cientos de imágenes que languidecían, acumulando polvo, en el cajón del olvido. Fotografías de momentos, proyectos y viajes, que son parte de mi vida y que espero disfrutéis viendo, tanto como yo haciéndolas.
Para Oliver, Joana, Danel y Lander, las estrellas que me guían en la noche de mis días.
Y como siempre, para Marijo, sin la cual nada tendría sentido.
Un saludo,
Aure
Hoy como ayer, mañana como hoy, ¡y siempre igual! Un cielo gris, un horizonte eterno, ¡y andar... andar! ´G. A. Bécquer´